40 años de Constitución Española. No es suficiente.
El 15 de junio de 1977 renacía la democracia en nuestro país con la celebración de unas elecciones vividas con enorme ilusión por unos, quizá con temor por otros, pero que significaron una transición pacífica para todos y el comienzo de un proyecto que pensábamos nos haría dueños de nuestro propio destino.
Cuarenta años después el proyecto sigue en pañales, manteniendo casi intactos los dos pilares básicos en los que se fundamenta: la Constitución y la Ley Electoral, con pequeños “retoques” realizados a espaldas de la ciudadanía, siempre en detrimento del interés general y a favor de los intereses de unos u otros partidos políticos.
En nuestra democracia nos siguen vendiendo un 600 como coche inmejorable de última generación, cuando todos sabemos que hace 40 años lo fue, pero hoy en día es una reliquia del pasado.
Adular continuamente esta democracia inmadura es una trampa: si todo está bien, ¿para qué cambiarlo?. Cada día somos más los que no caemos en ella, los que nos negamos a votar al menos malo o a entregar un cheque en blanco en un sistema truncado, controlado y autocomplaciente, que nada tiene que ver con una auténtica democracia participativa o con la representación de la voluntad del ciudadano.
El pilar básico de cualquier Democracia es un sistema de elección que permita que la opinión de todos cuente y tenga el mismo valor. La realidad es que nuestra ley electoral niega la representación a muchos votantes, provoca que el voto de un ciudadano pueda valer 9 veces más que el de otro y regala a los partidos una representación que no les dan las urnas.
Por eso la gente que integra Escaños en Blanco quiere abordar directamente la base, la línea de flotación, peleando por una ley electoral justa que incluya la representación del voto en blanco en forma de escaños vacíos que asegure más y mejor democracia, con todos y para todos.
Que el ciudadano pueda decir NO y esa opinión sea visible, es el mejor lenguaje para hacer entender a los partidos que deben cambiar de actitud y que los ciudadanos no regalamos nuestra soberanía, hoy usurpada por personas a las que no hemos querido votar.

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